jueves, 9 de agosto de 2012

Quédate


Quédate a la orilla del letargo de mis ojos,
ante este océano de dudas que se rinde a tu mirada,
y déjame un suspiro transparente entre la nada
que se vuelva poco a poco en tu silencio mi condena…

Y te miraré en mi mente, recostada entre la arena,
seduciendo a los gemidos que dibujan mi garganta,
deteniendo el universo con tu dulce piel morena
mientras siento como el fuego de mis ansias se levanta…

Respiraré tu aroma, me enredaré en tu pelo,
caminare en la sombra que proyecta tu figura,
y llenaré tu cuerpo con destellos de locura
que se escapen de tus labios y me lleven hasta el cielo…

Yo,
que te he mirado en mi memoria acurrucada entre la luna
y entre mis sueños me cobijo con tus labios de esmeralda,
me arrojaría entre el abismo de tu voz inoportuna
mientras dibujo en mi dolor la mariposa de tu espalda…

Yo,
que robaría las estrellas para hacerte una diadema,
y viajaría entre las alas del infierno por tu risa,
te escribiría con la pluma de mi lengua algún poema
mientras mi aliento te envenena y suavemente te acaricia…

Quédate a la orilla del letargo de mis ojos
donde susurre tu nombre y me despierte en tu mirada
donde se esconda mi ironía entre tus tibios labios rojos
y se llenen mis recuerdos de tu luz entre la nada…

El camino hasta tu almohada


Enséñame el camino que me lleve hasta tu almohada

entre el azul-marino opaco tus alas mariposa,
y dime que hay que hacer para perderme en tu mirada
mientras me hago prisionero de tu tibia voz preciosa…

Enséñame a anidar entre tu pecho vanidosa
y déjame un suspiro entre los labios de tu boca,
revélame el secreto de tu piel que me provoca
mientras te miro flotando entre los versos de mi pluma…

Te besaré despacio, me embriagaré en tu copa,
respiraré tu aliento en la mitad de tus gemidos,
me robaré tu espacio mientras te quito la ropa
entre la noche oscura y al compás de tus latidos…

Tu cuerpo,
como un poema que desata entre la nada mi ironía,
como la luz del sol muriendo entre el paral del firmamento,
como escultura entre lo vago de mi torpe fantasía
que se desdobla ante el mural de lo que robe el pensamiento…

Tu cuerpo,
como la lluvia que se anhela en la mitad de algún desierto,
como una estrella que palpita en el jardín del infinito,
como el portal que nunca cierro y ante mis ojos queda abierto
para que juegues con mi sombra sin causar algún delito…

Enséñame el camino que me lleve hasta tu almohada
y deja que dibuje este poema en tu cadera,
y quédate desnuda entre la suave madrugada
que se vuelve ante tu imagen una fría noche entera…